Posición del IEPC Jalisco ante la Reforma Electoral

 

POSICIÓN DEL IEPC-JALISCO ANTE LA REFORMA ELECTORAL  

El Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Jalisco cree indispensable manifestar  en estos momentos, su preocupación ante las propuestas de cambio político electoral que  se discuten el Congreso de la Unión. 

Junto con los otros 31 Organismos Públicos Locales Electorales (OPLE) del país, el IEPC  Jalisco ha sostenido que las reformas presentadas por el Ejecutivo Federal van en contra de  los principios fundacionales de nuestra República, consagrados en el artículo 40 de la  Constitución, que categóricamente dice: “Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en  una república representativa, democrática, laica y federal, compuesta por Estados libres y  soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior…” 

No obstante, lo que está a discusión del Congreso es una iniciativa que intenta que los  estados dejen de administrar y organizar sus propias elecciones, que carezcan de  autoridades administrativas y jurisdiccionales, que cedan sus facultades para emitir sus  leyes electorales y que renuncien a su libertad y soberanía constitucional para determinar  la dimensión de sus Congresos y la composición de sus ayuntamientos.  

Las y los consejeros del IEPC Jalisco consideramos que es nuestro deber mostrar con  claridad las consecuencias que traería la reforma electoral presentada por el Ejecutivo  Federal: 

Con la extinción de los institutos y tribunales electorales locales de las 32 entidades  del país, no desaparecen las funciones que actualmente desempeñamos los OPLE;  éstas tendrían que ser asumidas por el nuevo Instituto Nacional Electoral y de  Consultas (INEC), que de todas maneras incurriría en el gasto que suponen las tareas  que los OPLE realizamos para garantizar derechos políticos en las entidades. Los  OPLE somos responsables de la organización y arbitraje de las elecciones para  gubernaturas, diputaciones locales y ayuntamientos. Nuestras funciones dentro y  fuera de proceso electoral son amplias, plenas y exclusivas y van desde la  integración, instalación y coordinación de consejos ciudadanos vigilantes de las contiendas locales; el registro de decenas de miles de candidaturas, además de  coaliciones, partidos y agrupaciones políticas locales; la atención de cientos de  quejas; el diseño, impresión y custodia de la documentación electoral (la protección  del voto); el desarrollo de los programas de resultados preliminares; hasta la formación cívica; la organización de los debates, las consultas indígenas, de los  mecanismos de participación, entre otras decenas de funciones propiamente  locales que nunca ha sido realizadas por una autoridad central nacional. Sostener  que todas esas funciones pueden ser administradas por una institución centralizada  es una falacia, humana y materialmente imposible.  

Por lo tanto, desde el IEPC planteamos que, el “ahorro” que se lograría con la  desaparición de las autoridades electorales locales es irreal, dado que alguien  deberá asumir costos y funciones que hoy realizamos los OPLE para garantizar  derechos políticos electorales en las entidades; salvo que, en realidad, la iniciativa  pretenda no sólo suprimir décadas de construcción institucional local, sino también  la vida política y democrática de las entidades ¿dejarían de existir los consejos  ciudadanos que vigilan las elecciones para gobernadores o alcaldes, por ejemplo?  ¿Cómo no invertir en documentación electoral para las votaciones de legisladores  locales, ayuntamientos o gubernatura? Ahora bien, el presupuesto del IEPC Jalisco,  por ejemplo, este año representa apenas 0.07% del presupuesto estatal; eso es lo  que Jalisco invierte para tener una autoridad profesional e independiente. ¿Cuánto  le costaría al país no tener elecciones legales y legítimas?, ¿cuánto costaría dejar de  garantizar derechos políticos en México?, ¿cuánto nos costaría sacrificar nuestra  democracia? 

Desde su creación en 2014, los OPLE hemos sido responsables de administrar el  proceso de acceso al poder político (organizar y arbitrar elecciones) de 55 mil 336  cargos de elección popular, entre ellos 55 gubernaturas, 93 congresos locales y 5 mil  932 ayuntamientos, en un periodo que ha producido la mayor alternancia política  registrada en la historia mexicana: desde 2014 la alternancia en la elección a  gubernatura ha ocurrido en el 70% de los casos. ¿Hay un síntoma más claro de  independencia y profesionalismo de las autoridades electorales, demostrado  consistentemente durante varios lustros?  

Los OPLE somos los árbitros de las elecciones locales, encargados de atender las  quejas entre partidos y de la ciudadanía, que es el principal instrumento de arbitraje  electoral, para que la contienda se desarrolle dentro de los estrictos parámetros que  exigen nuestras leyes electorales.  

Entre las propuestas de la iniciativa, también se plantea la existencia de una ley única  para regular la vida político-electoral de toda la nación. Esa propuesta ignora que  las leyes locales electorales han posibilitado el ensanchamiento de derechos  político-electorales de comunidades históricamente vulneradas; avanzar en la  paridad de género, en la representación de las personas mexicanas residentes en el extranjero, de los pueblos originarios y el respeto a sus usos y costumbres, de las  personas con discapacidad, las juventudes y de la diversidad sexual. Estas leyes  también han posibilitado el desarrollo de la urna electrónica e innovar en la  regulación de mecanismos de participación ciudadana. Como botón de muestra,  resultado de esas normas locales (legales y reglamentarias), el Congreso de Jalisco  cuenta con 24 de 38 curules ocupadas por diputadas, lo que lo convierte en el  órgano parlamentario mexicano con más proporción de mujeres ocupando espacios  en la legislatura. También en materia de participación ciudadana, Jalisco destaca a  nivel nacional, pues es el estado que tiene regulado la mayor cantidad de fórmulas  participación en todo el país. Por último, también en innovación tecnológica electoral, Jalisco ha sido pionero, pues junto con el OPLE de Coahuila somos las 

únicas autoridades electorales que hemos desarrollado y mejorado urnas  electrónicas que se usan cotidianamente en comicios constitucionales y en todo tipo  de mecanismos de participación, desde hace 20 años. 

La iniciativa de reforma no sólo platea desaparecer a los OPLE, sino que propone  eliminar la estructura desconcentrada, profesional y permanente que el INE tiene  en todo el territorio nacional. El servicio profesional electoral nacional (SPEN), del  cual también forman parte los OPLE, es el funcionariado experto y responsable de  organizar, conducir y arbirar los comicios para gubernatura, congresos locales y  ayuntamientos. En los órganos desconcentrados del INE y los OPLE, distritales y  municipales, integrados por la ciudadanía y partidos políticos y conducidos por  quienes forman parte del SPEN, se da a conocer y delibera cada paso y decisión del  proceso electoral, posibilitando así la vigilancia de cada uno de los eslabones de la  contienda. 

Al no contar con estructura profesional en las entidades, se pierden los órganos  ciudadanos locales que vigilan el desarrollo de los comicios y que han producido  la necesaria confianza en las elecciones mexicanas en los últimos 30 años. Por ello,  sostenemos, la desaparición de los OPL tendría la consecuencia de desarticular,  desciudadanizar y desprofesionalizar la función electoral en las entidades. Para la  iniciativa de reforma, la vida política de los estados no merece una institucionalidad  electoral propia, profesional y permanente. 

La propuesta de la iniciativa que fija una fórmula única y restrictiva para determinar  el número de diputaciones locales y de regidurías, no sólo va en contra de nuestro  federalismo, sino que disminuye arbitrariamente y desde el centro, la  representación de la pluralidad política de los estados y de las distintas regiones  de nuestra nación. Si, como plantea la reforma, los municipios con población menor a 60 mil habitantes tendrán sólo una regiduría, en Jalisco 105 de los 125 municipios  estarán integrados por una sola persona, cancelando pluralidad, contrapeso y todo  equilibrio político en los ayuntamientos. Según datos del INEGI, 84.5% de los 2,469  municipios del país, tienen menos de 60 mil habitantes. El retroceso de nuestro  sistema representativo, plural y diverso es así, evidente.  

Por último, las elecciones locales nunca han producido estallido social o violencia en  ninguna parte del territorio nacional. Sus resultados han sido reconocidos por los  partidos políticos y la sociedad mexicana en general. De prosperar la iniciativa en  los términos presentados, habremos desmantelado el sistema que ha producido  gobiernos legítimos en los últimos 30 años y ha posibilitado la trasmisión pacífica  de los poderes públicos electos por voto popular en todo el país y a todo nivel. Lo  que está en juego es pues, la paz y la estabilidad política y social de la Nación. 

Hay otros planteamientos en la iniciativa de reforma que suponen un alto riesgo para la  democracia mexicana, como la idea de que las consejeras y consejeros del INEC, así como  las y los magistrados del tribunal electoral hagan campaña y sean electos por voto popular,  convirtiendo a los jueces y árbitros en parte de las contiendas mismas. O la propuesta de 

quitarle al INE la facultad de conformar, actualizar y custodiar el padrón electoral nacional,  que es la base de datos ciudadana más abarcadora y confiable del país.  

La función electoral no es un trabajo que pueda improvisarse, que pueda ser aprendido en  semanas, ni en unos cuantos meses. Las autoridades responsables requieren de especialización legal, experiencia técnica, calificación, vigilancia y una vocación especial,  para resistir presiones, a favor de la imparcialidad, frente al partido que sea. El  profesionalismo, la autonomía y el rigor legal, no la popularidad, son los atributos que  garantizan un desempeño apegado a los principios constitucionales en materia electoral:  certeza, objetividad, independencia, imparcialidad y máxima publicidad. 

Las autoridades electorales estamos obligadas a señalar públicamente, ante las y los  legisladores federales y locales, y ante la sociedad mexicana en general, las condiciones  mínimas y exigibles para la protección de la limpieza y confianza electoral; y a defender los principios constitucionales que garantizan nuestro régimen democrático. Por eso,  estamos obligados a llamar la atención sobre la necesidad de analizar cuidadosamente el  contenido y los efectos reales de los cambios que se propongan a la Constitución y a las  leyes.

Queremos insistir: nuestro régimen federal constitucional ha hecho posible que,  atendiendo a las particularidades y realidades propias de cada región, las entidades  desarrollen capacidades técnicas e impulsen avances para el ensanchamiento de los  derechos políticos de las y los mexicanos. Pero, sobre todo, ha garantizado su principal  tarea: la renovación periódica, legal y pacífica de los gobiernos y las representaciones  locales, y con ello, la estabilidad política y social de toda la nación.

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